Carteles de la Película

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miércoles, 8 de diciembre de 2010

CONSULTA LAS CRITICAS DE CINE

http://www.labutaca.net/54berlinale/gegendiewand.htm

http://www.golem.es/contralapared/

http://www.imdb.com/title/tt0347048/

EL MITO DE LA MULTICULTURALIDAD... Curiosa reflexión de un bibliotecario

El mito de la “multiculturalidad” y para qué quiero una biblioteca
November 18th, 2007

Hace unos días me preguntaba (en una lista de bibliotecarios, nota de la redacción), haciéndome eco de los interrogantes de no pocos usuarios, “¿para qué queremos una biblioteca?”. Fueron muchos los colegas que me hicieron llegar otras preguntas -derivadas de la anterior- o que incluso me enviaron posibles respuestas. A todos ellos, mi agradecimiento por su tiempo, su interés y su amabilidad.
Entre todas las ideas que me llegaron, una destacó por su importancia: “para preservar nuestra cultura”. Curiosamente, esa es la idea que he defendido a lo largo de los años que llevo trabajando en el campo y en la trinchera de esta profesión nuestra. Curiosamente también, se relaciona íntimamente con unos materiales que he estado preparando en estas semanas para el dictado de un taller en Guadalajara, México, en el marco del Simposio de Bibliotecarios que acompaña a la Feria Internacional del Libro del país hermano. Allí hablaré sobre “infodiversidad y biblioteca”.

Para aquellos que no conozcan el concepto de “infodiversidad”, les recomiendo la lectura de los trabajos de la colega mexicana Estela Morales Campos, quién ha definido el concepto con mucha claridad en sus textos (uno de los relevantes puede accederse, en formato de acceso abierto, a través de E-LIS). Básicamente, se trata de “diversidad informativa”. Si vivimos en un mundo plural y diverso, étnica y culturalmente hablando, también vivimos (o deberíamos vivir) en un mundo de información igualmente plural, información procedente de “todas” las (sub)culturas y disponible para “todas” las manos.

El rol de la biblioteca en el proceso de gestionar esta “infodiversidad” -tema que trabajaré en mi taller de Guadalajara- es tremendamente importante: rescatar, organizar y difundir el saber local, el saber de cada región, de cada provincia, de cada comunidad, de cada sub-grupo, de cada minoría y mayoría, de todos… Hacer que ese saber, que esas experiencias y esas lenguas y esos dialectos y toda esa información se preserven y se difundan en igualdad de condiciones, y puedan ser accedidos también en igualdad de condiciones, a nivel global. Suena a sueño o delirio, ¿verdad? Pero así debería ser. O al menos, así deberíamos lograr que sea. Porque ese saber está en nuestras manos. Y de eso se trata nuestro trabajo, a pesar de todo.

Mi pregunta inicial encontró una respuesta que valía la pena. Pero luego me encontré -en algunos textos que leí, en algunos rincones de las listas profesionales- con el famoso término “multiculturalidad”, un término que me persigue como una condena -pertenezco a la Sección de “Poblaciones Multiculturales” de la IFLA- y que no soporto por su condición de mito y de mentira solapada.

El término “multiculturalismo” nació como una política de los estados del primer mundo para lograr manejar sus sociedades, que estaban recibiendo un fuerte flujo migratorio, y sus “culturas nacionales”, que se volvían cada vez “más diversas” por tal inmigración (aunque ¿qué sociedad y qué “cultura nacional” no es plural y diversa?). Se diseñaron, pues, “bibliotecas multiculturales”, es decir, bibliotecas que incluyeran servicios pertinentes para los recién llegados. En líneas básicas, esa es la idea de los servicios “multiculturales” actuales del mundo. Sin embargo, en la práctica, la “multiculturalidad” parece presentarse como un conjunto importante de cultura dominante “aromatizada” levemente con un poco de cultura minoritaria, a la que algunas veces se incluye sólo para ser “políticamente correctos”. La consulta a algunas políticas bibliotecarias multiculturales internacionales, los reportes de las mismas, las colecciones y las prácticas permiten identificar estos rasgos, aunque, evidentemente, generalizar es un error, y también existen propuestas muy sólidas.

Hablar de “multiculturalidad” en América Latina ya pasa al nivel de “chiste”, como entendí no hace mucho en Santiago de Chile, cuando, forzado a hablar de este tema por causas que no vienen al caso, los participantes de mi taller me hicieron ver el vacío del concepto (no era la primera vez que me despertaban a golpes de mi error, la verdad sea dicha). Somos un continente plural, diverso. Pero no más que cualquier otro. No hay sociedades culturalmente “puras”: toda sociedad es “multicultural”, pues posee, en su interior, miles de culturas. Si revisan un poco en España, encontrarán campesinos de Albacete, pescadores gallegos, trabajadores de los suburbios de Madrid, gentes de las montañas de Aragón y Asturias, jóvenes punk (o no), amas de casa de un pueblo de Salamanca, y un largo etcétera, cada comunidad y cada grupo, poseedor de su propia identidad regional. Todas ellas son culturas, y la biblioteca jamás ha dejado de servirlas.
Y si “multiculturalidad” significa “bibliotecas que agregan servicios “especiales” para inmigrantes”, eso me parece -a estas alturas del partido- una soberana aberración.
Creo que lo que debemos tener en cuenta hoy por hoy es que la biblioteca debe conservar la diversidad cultural, debe preservarla, debe difundirla. Y en un mundo en donde la globalización nos trae presiones, cadenas y amenazas -contenidos de Internet mayoritariamente en inglés, leyes de copyright que nos atenazan, comercio de información, brechas, dominio del saber oficial y urbano sobre el saber no-oficial, alternativo y/o rural- el saber de los grupos culturales más amenazados -los minoritarios, los conservadores de tradiciones regionales y/o únicas, los orales, los “social o políticamente incorrectos”- deben ser los más protegidos.

Quizás ésta sea una buena razón para una biblioteca: conservar la diversidad. Nuestra diversidad. Y nuestra identidad, que es lo mismo. Porque en nuestras bibliotecas se conserva la memoria (es decir, la información) de quiénes somos: tapatío, porteño, serrano, andaluz, litoraleño, chilote, guajiro, cuencano, paceño, gallego, indígena, inmigrante, isleño, trabajador, cantor, escritor, campesino, activista, político…

Algunos me dirán que la biblioteca no hace otra cosa que conservar las memorias de todas las culturas de sus usuarios; y yo les diría que revisen sus colecciones a conciencia y se fijen si estamos “todos” incluidos. Probablemente se sorprendan. Quizás no logren encontrar qué es un rabel, aunque aún se siga tocando a 80 kms. de Madrid. Tranquilos, lo miso pasa de este lado del océano…
Pero después de esa sorpresa, por favor, no diseñen alguna urgente política “multicultural” para “incluir” de alguna forma a las minorías no representadas. No se trata de eso. Se trata de cambiar la visión de la biblioteca para que sea, realmente, la casa de todos nosotros. De todos. Por una vez, y para siempre.

Quizás así, muchos vuelvan a creer que la biblioteca sirve para algo. Aunque ese “algo” no esté dentro de nuestras políticas, nuestras escuelas de bibliotecología o nuestros libros. Ni siquiera en nuestros pensamientos.

Lic. Edgardo CivalleroBibliotecólogo independienteUniversidad Nacional de CórdobaCórdoba – Argentinahttp://www.bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com/

ASIMILACIÓN VS. INTEGRACIÓN

Alemania 11.02.2008
Turcos en Alemania: asimilación vs. integración

¿Qué tan integrados están los más de 2 millones de turcos residentes en Alemania? Una interrogante que levanta polémica, azuzada por el alegato del primer ministro turco en contra de la “asimilación”.

Mientras en Turquía eran sepultadas este lunes las víctimas del incendio que devoró una vivienda habitada por turcos en la ciudad de Ludwigshafen, en Alemania arrecia el debate sobre la integración de los inmigrantes de ese origen. La tragedia de Ludwigshafen se convirtió en un nuevo catalizador de la discusión, en vista de la reacción que tuvieron varios medios de comunicación turcos tras el siniestro. Atribuirlo prematuramente a un atentado neonazi, aunque hasta el día de hoy los peritos continúan la investigación sin tener aún resultados, da cuenta de que existe por lo menos una notable dosis de desconfianza. Y ese es un problema de fondo que trasciende el drama de Ludwigshafen.

“Crimen contra la humanidad”

El propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, le puso sal al debate durante la visita que efectuó el fin de semana a Alemania. Primero lo hizo lanzando la propuesta o proyecto de abrir en tierra germana colegios y universidades turcas, con profesores venidos de Turquía. Y luego agregó la pimienta, en un discurso pronunciado ante unos 16 mil turcos, en su mayoría jóvenes, en la ciudad de Colonia. Allí, el gobernante de Ankara instó a sus compatriotas a no adaptarse “demasiado” al país anfitrión, asegurando que “la asimilación es un crimen contra la humanidad”.

Las palabras de Erdogan desataron una serie de réplicas, más o menos airadas, en la esfera política alemana. Pese a que el primer ministro abogó ante los inmigrantes turcos por la integración y el aprendizaje del idioma alemán, su mensaje fue interpretado sobre todo como un llamado a conservar en esas comunidades el sello propio del país de origen. Y eso, lógicamente, no cayó bien en las filas del gobierno de Angela Merkel, embarcado desde hace tiempo en una difícil campaña de integración.

Lealtades y sentimientos patrios

“La integración presupone, naturalmente, que también existe una predisposición a compenetrarse con la forma de vida de un determinado país en el que se vive ya por cuarta, quinta o sexta generación”, señaló la canciller, subrayando que quien tiene la ciudadanía alemana es un “ciudadano pleno”. Angela Merkel precisó que “eso no significa que no puedan tener su propio trasfondo cultural, pero la lealtad se debe al Estado alemán”. La jefa del gobierno de Berlín concluyó pues que hay algunas cosas que aclarar al respecto con Erdogan.

Mientras ello ocurre, tanto políticos como analistas intentan explicar el fenómeno de la adhesión provocada por Erdogan entre los turcos que acudieron a escucharlo en Colonia, que lo aplaudieron casi como si se tratara de una estrella pop. Según el secretario general del Consejo Central de los Musulmanes en Alemania, Aiman A. Mayzek, “el gobierno turco se presenta como una potencia protectora”. A su juicio, no sorprende que ello ocurra en vista de que los partidos políticos alemanes apenas se interesan por los ciudadanos turcos. Similar es el diagnóstico de la parlamentaria socialdemócrata de origen turco Lale Akgün, quien considera que no se les da a los hijos de inmigrantes nacidos en Alemania la sensación de que “ésta es su patria”.

Ver trailer de la película en Youtube

Dice la crítica de cine...

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"Akin es tan prosaico como lineal, incapaz de hipnotizar con lo sombrío, y sólo consigue transmitir sordidez y realismo sin matices. Una película exclusivamente desagradable." (Carlos Boyero: Diario El Mundo)
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"No es una película fácil de ver (pero hay que verla). Sus imágenes, drásticas, pesimistas, desgarradoras, hiperrealistas, buscan un choque visual y, al mismo tiempo, auditivo. (...) se presenta como una inmejorable credencial cinematográfica y, al tiempo, como la peor de las acreditaciones sociales posibles." (Javier Ocaña: Diario El País)
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"Una narración lineal, sencilla pero no simple, caracterizada por la economía de medios y con un ejemplar tratamiento de las imágenes" (Francisco Marinero: Diario El Mundo)
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"El director exhibe un particular talento para mirar de frente (...) un regusto por la fatalidad que emparenta su película con el viejo género del melodrama, del que 'Contra la pared' ofrece una variante descarnada y nada sentimental" (Antonio Weinrichter: Diario ABC)

La multiculturalidad: realidad y problema.

El mito de la multiculturalidad. De la "diversidad" cultural a la desigualdad social.
Manuel Delgado Ruiz.
http://www.raco.cat/index.php/RCSP/article/view/211308/281523

martes, 7 de diciembre de 2010

SINOPSIS:
Contra la pared (en alemán Gegen die Wand, en turco: Duvara Karşı) es una película
alemana del año 2004 del director turco-alemán Fatih Akın. Recibió varios premios como mejor film en el Festival Internacional de Cine de Berlín en el año 2004, así como el premio de mejor película en la 17 edición de los Premios Europeos de Cine del mismo año. Estreno en Alemania: 11 de marzo de 2004. Estreno en España: 26 de noviembre de 2004 y ganó el Goya a la mejor película europea.

La acción tiene lugar en Hamburgo y Estambul en 2002/03. Narra la historia de Cahit Tomruk (Birol Ürel), viudo, de unos 40 años, alemán de padres turcos, alcohólico y toxicómano, y la de Sibel Güner (Sibel Kekilli), bonita joven turco-alemana, soltera, de 20 años, peluquera, que busca con desesperación la libertad que le niega la familia.

La película narra la singular historia de un amor que se introduce en la vida de los protagonistas subrepticiamente.

La obra dibuja con realismo descarnado y estremecedor el submundo de la drogadicción y de los personajes desarraigados que lo habitan.
Aporta una descripción contundente sobre el choque de culturas que viven, sin apoyos ni comprension, los hijos alemanes de padres inmigrantes, especialmente las chicas, víctimas de concepciones familiares atrozmente machistas.

La trama es tremendamente intensa y cautivante, y tiene entre sus mayores méritos el describir las complejas realidades que se dan en una sociedad alemana como la actual, con una alta tasa de inmigrantes musulmanes en su seno, especialmente provenientes de Turquía. Ahora bien, Akin recogió parte de este tema tan continente dentro de la realidad europea, no solo alemana, pero centró su mirada en la historia de un atormentado alemán de origen turco,

A estos problemas se añaden otros, como las dificultades de inserción laboral y de ocupación (Cahit sobrevive recogiendo cascos de botella). La estética realista del film incluye sexo, violencia y agresividad estremecedora con insultos, golpes, puntapiés y navajazos.

El realismo visual, tratado con un manejo ágil de la imangen, y las incidencias del relato (prisión, exclusión de la familia, jornadas laborales de más de 12 horas diarias, pérdia de la autoestima, toxicomanías, etc.) sustentan la progresión dramática del film. La estructura de éste incluye actuaciones musicales que marcan la transición de una secuencia a otra, a la manera de las antiguas tragedias griegas, aviso al espectador de que se halla ante una tragedia humana de dimensiones clásicas.

La música ofrece numerosas canciones étnicas, tradicionales y contemporáneas, que aportan melancolía y tensión.